Quiero expresar mi gratitud a la comunidad con la que tuve el honor de trabajar en estos últimos años: el personal de CATA, los voluntarios del jardín, los jóvenes, la comunidad de Bridgeton y los socios de CATA.
Ha sido un honor haber trabajado junto a tantas personas maravillosas. Recuerdo que al comenzar en el cargo, apenas estaba empezando a descubrir mi conexión con la tierra y a conectar con mi herencia latina. Cuando me incorporé al Programa de Justicia Alimentaria, la comunidad me dio la bienvenida y me presentó al jardín comunitario de Bridgeton. No tenía idea de que este lugar y su gente me darían permiso para abrazar mi herencia latina sin disculpas y mucho más.
Un aspecto del trabajo por el cual estoy más agradecida es el de haber sido parte de la creación de espacios intergeneracionales donde personas de diferentes edades, géneros, intereses, culturas, países de origen, etc., se unen por el bien común. A pesar de la diversidad, hicimos espacio para unirnos en torno a nuestro amor por la comida y nuestra pasión por la justicia.
Desde que soy parte de CATA, ha sido especialmente gratificante ver un creciente número de jóvenes presentes e involucrados en la organización, ya sea como pasantes de primer año, líderes o como parte de la junta directiva de CATA. Estoy ansioso por ver lo que los jóvenes lograrán en el futuro. Mi esperanza es que salgan de sus zonas de confort, se concedan gracia a sí mismos y siempre practiquen el amor propio y el amor por su comunidad.
Si tuviera que dar algún consejo a cualquier persona interesada en la justicia alimentaria, sería que sí, estamos cultivando alimentos para sanar y nutrir nuestros cuerpos, pero al mismo tiempo, estamos abordando activamente la inseguridad alimentaria en las comunidades, reclamando tradiciones y culturas, afirmamos nuestro derecho a la salud y el bienestar, y manifestamos sueños para un sistema alimentario más justo y sostenible que eleve a los trabajadores del sistema alimentario y valore su trabajo.
También implica identificar y desmantelar las cadenas que nos impiden experimentar la verdadera conexión con la tierra, las personas indígenas y de color, y nuestra propia liberación.
En general, mi principal conclusión es un fuerte sentido de comunidad en Bridgeton, especialmente en el jardín comunitario donde se puede encontrar a personas cuidando pacientemente la tierra, dándole el amor que merece y observando lo que necesita.
Esa misma atención y energía brindada a Pachamama y sus seres también nos permite conectarnos mejor, apoyarnos, escucharnos, guiar y celebrarnos mutuamente y la luz que traemos a este mundo.
"Cuando todos contribuimos al bienestar de la Madre Tierra, contribuimos al bienestar mutuo."
Con paz y amor,
Erika
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